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Mycoplasma bovis and BRD
Mycoplasma bovis y ERB: una tarea pendiente
 

Fisiopatología 

Se cree que la introducción de animales infectados es la principal fuente de infección para los rebaños libres de M. bovis. La enfermedad clínica no parece necesaria para el mantenimiento y la propagación de M. bovis en la población de ganado bovino. Aunque la mayoría de los animales excretaron M. bovis durante unos meses, algunos de ellos pueden excretar de forma intermitente durante meses (Biddle et al., 2003) o incluso años (Bayoumi et al., 1988). 

La transmisión de M. bovis es generalmente mediante aerosoles, debido a que se adapta bien a colonización de las superficies de las mucosas. Las vías respiratorias altas (VRA) son la localización principal de la colonización de M. bovis después de la exposición nasal. El conducto del pezón y el aparato genital también se han descrito como vía de infección (Wrathall et al., 2007). En terneros jóvenes, la ingesta de leche infectada es un método importante de transmisión para M. bovis. Una vez M. bovis entra en las VRA, puede residir sin provocar ningún efecto sobre el ganado bovino sano. Sin embargo, el estrés causado por cambios climáticos, el destete, el transporte, el hacinamiento y/o la reubicación en los comederos pueden hacer que los animales sean más propensos a la infección o desarrollen la enfermedad, lo que desencadena un brote (Bayoumi et al., 1988). 

El período de incubación se ha descrito de 2 a 7 días para la forma respiratoria. Los períodos de incubación y excreción también pueden verse afectados por los coinfectantes, el estrés y el manejo, entre otros factores. Además, en algunos casos la excreción puede ser intermitente, dificultando su detección y, por lo tanto, la determinación de la duración del período de excreción (Biddle et al., 2003).  

Después de la incubación de M. bovis, puede aislarse en múltiples lugares del cuerpo durante una infección temprana: VRA, glándula mamaria, conjuntiva, aparato genitourinario y bacteriemia. La mucosa de las VRA y la glándula mamaria parecen ser los lugares más importantes de persistencia y excreción de M. bovis. Una disminución de las respuestas inmunitarias, junto con el contacto con otros patógenos bacterianos y víricos, da lugar a la aparición de ERB (Maunsell et al., 2011). 

Epidemiología   

M. bovis se describió por primera vez en EE. UU. en 1961 a partir de un caso de mastitis bovina y probablemente exportado a Israel a través de la importación del ganado. De allí, M. bovis llegó a Europa a mediados de 1970. El comercio internacional de ganado bovino y los productos pecuarios como el semen han permitido su propagación silenciosa por todos los continentes. En 2017, Nueva Zelanda se convirtió en el último de los principales países ganaderos infectado por M. bovis. Finlandia también había permanecido libre hasta 2012, pero se infectó a través de la importación de ganado bovino. El gobierno de Nueva Zelanda decidió aplicar planes de erradicación contra M. bovis. Desde el aislamiento hasta 2020, se vieron afectadas más de 1800 granjas y alrededor de 160 000 bovinos se sacrificaron en Nueva Zelanda. La erradicación completa parece factible, pero será un reto (Dudek et al., 2020).  

Mycoplasma bovis infections around the world

En Europa, se cree que M. bovis es responsable del 25-33 % de los brotes de neumonía en terneros (Nicholas et al., 2002). En el ganado vacuno, la prevalencia de M. bovis en terneros no sometidos a estrés es generalmente baja (0-7 %) en los pulmones, los hisopos nasales o mediante serología. Por el contrario, la prevalencia es alta para los terneros mezclados, transportados o en un corral de engorde, lo que contribuye sustancialmente a la mortalidad y morbilidad en el ganado de corral de engorde (Maunsell et al., 2011, Caswell et al., 2007). 

Diagnóstico 

Los signos clínicos de la infección por M. bovis pueden confundirse con otros patógenos, especialmente cuando estos signos clínicos son respiratorios. La sospecha de infección por M. bovis suele cobrar importancia cuando fallan los tratamientos antimicrobianos y el problema persiste. El diagnóstico de la infección por M. bovis se basa en el cultivo o la detección molecular, principalmente a partir de lavados bronquiolares, hisopados (de diferentes órganos), líquido articular o leche (individualmente o en tanque a granel). En los últimos años, los métodos basados en ELISA y PCR han sustituido gradualmente al cultivo como método de preferencia para la detección de M. bovis, y la aplicación de un nuevo método de RT-PCR (en tiempo real) supone una nueva y valiosa contribución en el contexto (Sachse et al., 2010).  

El aislamiento de cultivos confiere el beneficio de obtener un banco de cepas clínicas que puede utilizarse para determinar las características moleculares y el análisis de resistencias antimicrobianas. Pero, como es bien sabido, el cultivo de M. bovis tiene varios inconvenientes. Es largo, laborioso y puede presentar contaminación de otras bacterias o la influencia de los antimicrobianos administrados previamente. En consecuencia, recientemente se introdujeron métodos moleculares para detectar M. bovis (Sachse et al., 2010) o para la detección simultánea de M. bovis con otras especies de micoplasma (PCR múltiple; Cornelissen et al., 2017). Recientemente, también se utiliza la PCR de un panel multipatógeno para detectar M. bovis junto a otros patógenos (virus o bacterias) relacionados con la ERB (Kishimoto et al., 2017). 

Las pruebas ELISA de anticuerpos para el diagnóstico serológico están ampliamente disponibles y pueden aplicarse en grupos de terneros centinela y en la leche a granel para proporcionar pruebas del estado del rebaño. Por lo tanto, la serología se aplica mejor en la vigilancia del estado del rebaño.

Control (tratamiento y vacunación)  

Para prevenir y controlar M. bovis, la introducción de nuevos animales sanos en el rebaño es crucial. La realización de una prueba ELISA antes de la introducción para evaluar la exposición previa y la detección molecular en caso de sospecha actual ofrecería un control frente a infecciones latentes o nuevas. Además, pueden llevarse a cabo algunas prácticas de manejo para el control de M. bovis: adecuada ventilación, limpieza y desinfección de las zonas con animales, control de la alimentación de la leche, monitorización periódica de los signos clínicos y aislamiento de los animales tratados o infectados.  

Si aparece la infección por M. bovis en un rebaño, se puede utilizar un tratamiento antimicrobiano adecuado. Sin embargo, como se ha mencionado anteriormente, algunas cepas de campo describieron resistencia frente a algunos antimicrobianos que se utilizan habitualmente en las granjas (Lysnyansky & Ayling, 2016). 

Como Dudek et al. (2021) han descrito recientemente, los datos sobre las vacunas comerciales actualmente en uso muestran que son escasamente eficaces; en un caso se describió una eficacia del 1 %. Esta baja eficacia indica que el desarrollo de una vacuna eficaz contra M. bovis sigue siendo una tarea pendiente. La investigación debe realizarse en diferentes áreas, por ejemplo: obtener un modelo de exposición experimental robusto y ampliar el conocimiento proteómico del patógeno, con el fin de detectar nuevas proteínas secretadas que puedan utilizarse como una potente vacuna para el control eficaz de las infecciones por M. bovis. Pero sobre todo, como se describe en Dudek et al., (2021), el uso de la vacunación contra M. bovis debe ir acompañado de medidas o vacunas frente a otros patógenos respiratorios como el VDVB, Mannheimia y posiblemente otros. 

postmortem technique

Conclusiones  

La situación actual de M. bovis presenta un escenario difícil para combatir este patógeno. La gran resistencia a los antibióticos que se utilizan con frecuencia en el campo, añadida a la falta de una vacuna óptima, sugiere que se necesitan muchos más estudios para obtener buenas herramientas de control. Además, las características intrínsecas de M. bovis, que muestra diferencias en la virulencia entre las cepas de campo, la dificultad del diagnóstico y la capacidad de cronificarse o de inducir infecciones latentes, lo convierten en un patógeno difícil de controlar. Teniendo en cuenta que es uno de los principales agentes implicados en la ERB, la buena gestión de las instalaciones, la vigilancia y el control de otros patógenos relacionados es esencial para reducir al mínimo el impacto de M. bovis en las granjas hasta el desarrollo de nuevas herramientas. 

 

 

 

Autor: Carlos Montbrau, DVM PhD; Ester Taberner, DVM PhD; Ricard March.

 

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