Las ventajas de las vacunas de inmunocomplejo frente a la enfermedad de Gumboro fueron descubiertas a finales de la década de los 90.
Distintos estudios demostraron que las vacunas de inmunocomplejo, en las que se combina una cepa de vacuna viva atenuada con anticuerpos específicos frente al virus de Gumboro, a diferencia de las vacunas vivas convencionales, no eran neutralizadas por los anticuerpos maternales. Esto ofrecía la posibilidad de administrar estas vacunas in ovo o por vía subcutánea el primer día de vida.